La luna en tu mirada
Autor: Laura García-Martín
ISBN: 9788419327796
Editorial: Con M de Mujer
Género:
$681.00 MXN
Alexandra creía firmemente que el concepto matemático del tiempo era una gran mentira. Los minutos podían ser algo efímero o podían ser eternos porque estaban hechos de goma elástica, todo dependía de cuanto estirases de ella. A veces cuando los tensabas demasiado la goma se escapaba y te daba un latigazo justo en el centro del corazón. Ella llevaba once meses confirmando segundo a segundo esta hipótesis.
Jon creía firmemente que la duración de cada instante era inversamente proporcional a cuanto estabas disfrutando del momento. Jamás llevaba reloj porque no soportaba tener algo en la muñeca recordándole que la vida se escapa irremediablemente, la vivas o no. Llevaba casi un año sobreviviendo en días de veinticuatro mil horas fotocopiados en escala de grises.
Alexandra había decidido dejar de dormir, la asustaba demasiado la idea de soñar de nuevo, Jon se había acostumbrado tanto a las pesadillas que ya ni siquiera le daban miedo.
Pero una noche en Berlín fue suficiente para constatar que la vida como el agua de un rio siempre vuelve a su cauce, un beso en Londres les hizo recordar que no importaba si se paraba el tiempo o estallaba el mundo, una mirada en Vilaboa, un abrazo en Los Ángeles, una sonrisa en Lloret de Mar, una promesa en Das…
Si el amor no es la respuesta, quizás el destino no está haciendo la pregunta correcta, tal vez la única forma de ganar al fracaso sea plantarle cara al azar y tirar uno mismo los dados, sin escudos, sin arneses, sin chalecos salvavidas… Porque si el amor no es suficiente entonces nada bastará.
Descripción
Alexandra creía firmemente que el concepto matemático del tiempo era una gran mentira. Los minutos podían ser algo efímero o podían ser eternos porque estaban hechos de goma elástica, todo dependía de cuanto estirases de ella. A veces cuando los tensabas demasiado la goma se escapaba y te daba un latigazo justo en el centro del corazón. Ella llevaba once meses confirmando segundo a segundo esta hipótesis.
Jon creía firmemente que la duración de cada instante era inversamente proporcional a cuanto estabas disfrutando del momento. Jamás llevaba reloj porque no soportaba tener algo en la muñeca recordándole que la vida se escapa irremediablemente, la vivas o no. Llevaba casi un año sobreviviendo en días de veinticuatro mil horas fotocopiados en escala de grises.
Alexandra había decidido dejar de dormir, la asustaba demasiado la idea de soñar de nuevo, Jon se había acostumbrado tanto a las pesadillas que ya ni siquiera le daban miedo.
Pero una noche en Berlín fue suficiente para constatar que la vida como el agua de un rio siempre vuelve a su cauce, un beso en Londres les hizo recordar que no importaba si se paraba el tiempo o estallaba el mundo, una mirada en Vilaboa, un abrazo en Los Ángeles, una sonrisa en Lloret de Mar, una promesa en Das…
Si el amor no es la respuesta, quizás el destino no está haciendo la pregunta correcta, tal vez la única forma de ganar al fracaso sea plantarle cara al azar y tirar uno mismo los dados, sin escudos, sin arneses, sin chalecos salvavidas… Porque si el amor no es suficiente entonces nada bastará.
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