Relatos de un emigrante que inmigró

Este improvisado estilo de escribir suponía una búsqueda del arte sin la mediación del intelecto, que aún no estaba formado ni seguro de conseguirlo, solo dejándose llevar por los poderes visionarios y el borbotón profético de la época. Para él solo era un hobby, nunca pensó que escribir era una forma de ganarse la vida, tal vez si se lo hubiera planteado como un oficio ni lo habría hecho. 
La verdad es qué anduvo años perdidos en la deriva, sin timón, ni timonel, que marcara un rumbo en aquellos tiempos de la sinrazón, cuando le costaba distinguir, dentro de la obscuridad permanente en la que se hallaba sumergido, el blanco del negro, porque siempre vivió en un mundo gris. Era joven, en esa edad donde no eres ni una cosa, ni la otra, ni niño, ni hombre, pero te obligaban a serlo. Contaba 16 años, cuando comenzó a bibliografiar los aconteceres del día a día, augurando que un día cualquiera entrarían los vientos en la memoria y se llevarían los recuerdos como hojas secas en el otoño, y eran algo que no quería olvidar.